
La Federación de asociaciones de personas con discapacidad física y orgánica (COCEMFE Navarra) alerta de una mayor presencia de jóvenes en su programa ‘Discapacidad e inclusión sociolaboral’, dirigida a personas con discapacidad que se encuentran en riesgo de exclusión y que apoya su mejora sociolaboral través “del empleo, el fomento de la autoestima y las habilidades sociales”.
Cocemfe Navarra ha hecho balance anual de este programa, que nació hace seis años para combatir una mayor presencia de situaciones de exclusión entre el colectivo de personas con discapacidad y cuenta con el apoyo de 12.488 euros del Departamento de Derechos Sociales. El resultado ha sido este año “muy positivo”, ya que todas las personas participantes han encontrado un empleo o prácticas laborales, en concreto en la Universidad de Navarra, “normalizando en gran parte una situación muy delicada”
“Atendemos a las personas excluidas dentro de las más excluidas. Es decir, las personas con discapacidad tienen un mayor riesgo de caer en situaciones de exclusión debido principalmente a una tasa de desempleo mucho mayor, unos gastos mensuales mayores derivados de su discapacidad y una formación generalmente menor. Pero si a esto le añadimos situaciones como familiares al cargo o situaciones personales complicadas, tenemos como resultado personas muy vulnerables al borde de la exlcusión”, explica Manuel Arellano, presidente de Cocemfe Navarra, quien alerta de una disminución de la edad media de las personas participantes del programa
La mitad de las personas beneficiarias, que recibe casos derivados de unidades de barrio y servicios sociales de base, tenía menos de 35 años, lo cual “supone un toque de atención sobre la situación que están viviendo en Navarra muchos jóvenes con discapacidad”.
“Los años anteriores atendíamos a personas de entre 40 y 50 años, generalmente mujeres, con cargas familiares, desempleo de larga duración, agotando las prestaciones y sin un colchón familiar al que aferrarse tras la llegada de la crisis. Sin embargo, este año nos han derivado un perfil más joven, con discapacidad física o intelectual, niveles educativos bajos y situaciones familiares complicadas. Sienten que las empresas ven en su discapacidad un freno para trabajar, ven como la renta social se les termina, no pueden pagar una habitación compartida y están a punto de perder la esperanza”, explica Arellano.
El programa “les aporta estímulos para seguir adelante, potencia su autoestima y mejora sus capacidades personales a través de talleres individuales y grupales”, todo aplicado a cuestiones prácticas como la búsqueda de empleo o una entrevista de trabajo. “El empleo es la llave para la inclusión, más aún en la juventud, ya que no solo les da independencia económica sino nuevos lazos sociales y mayor autoestima, al demostrar que pueden realizar cualquier actividad”, explica Arellano.
De esta forma, el programa ofrece un trabajo individualizado con el equipo de orientadores laborales de la entidad, que les acompañan a ETTs, les presentan a responsables de recursos humanos de distintas empresas e incrementan sus opciones de encontrar trabajo apoyándoles a hacer un buen currículum, preparar una entrevista de trabajo o buscar cursos adecuados a su perfil. También realizan un seguimiento posterior de cada uno de los casos para apoyarles en su incorporación laboral, “un terreno muy desconocido para gran parte de los participantes”