La asociación apuesta por potenciar los servicios ‘de conjunto’ con talleres de autoayuda y fisiterapia grupal a las personas afectadas
Las personas afectadas por enfermedades neuromusculares de Navarra cuentan desde este mes con nuevos servicios para mantener o mejorar su calidad de vida. La Asociación Navarra de Enfermedades Neuromusculares (ASNAEN) apuesta por potenciar los programas conjuntos para varias personas afectadas con la puesta en marcha de un nuevo servicio de fisioterapia grupal y talleres de autoayuda.
A juicio de Irene Aspurz, presidenta de la asociación, estos nuevos servicios «inciden en las herramientas que sabemos que mejoran la calidad de vida de las personas afectadas, como la fisioterapia, que a día de hoy es el único tratamiento para aliviar los dolores y evitar que la persona afectada termine en una situación de dependencia en unos pocos años». En este sentido, el nuevo servicio grupal sirve para «combinar la terapia rehabilitadora con la social, al pontenciar la comunicación entre los afectados, y al mismo tiempo ofrecer nuevos ejercicios»
«Dificultades económicas» para seguir ofreciendo el servicio de fisioterapia
Este programa se une al servicio de fisioterapia individual, que ofrece una o dos sesiones semanales a los afectados «cuando la sanidad pública sólo da unas quince sesiones al año, algo totalmente insuficiente», explica Aspurz, quien destaca las dificultades económicas que se encuentran cada año para encontrar subvenciones públicas y privadas que permitan dar continuidad a este «servicio vital para el colectivo». Por ello, apela a todas las entidades públicas o empresas que quieran colaborar con el colectivo a que apoyen este servicio «de la forma de puedan, ya que la salud de muchas personas está en juego»
Las enfermedades neuromusculares son un conjunto de patologías de origen generalmente genético que producen debilidad muscular progresiva, que puede ser evidente desde el nacimiento o aparecer lentamente a cualquier edad. Se encuentran entre las enfermedades denominadas raras por su baja prevalencia y no afectan a la capacidad intelectual, pero la pérdida de fuerza limita aspectos de la vida social, laboral o educativa. Se calcula que a nivel estatal hay unos 50.000 afectados, aunque no existe un censo, según Aspurz, quien pide la elaboración de un registro médico como un primer paso para concienciar a la sociedad de la realidad de los afectados.