Los besos, los abrazos y las sonrisas estuvieron más presentes que nunca en la Asociación Navarra de Parkinson (ANAPAR) con motivo del Día del Cuidador. Unos gestos de cariño que sirvió de reconocimiento a labor «ardua y oculta» de todas esas personas, principalmente mujeres (esposas, hijas…), que cuidan a la persona afectada de Parkinson, lo que supone «una carrera de fondo y un trabajo arduo».«Realizan una labor totalmente necesaria y que permanece en un segundo plano. Por ello queremos darles las gracias con una jornada de reconocimiento que cumple ya 10 años»
SARA DÍAZ DE CERIO, coordinadora Anapar
«Cuidar de un enfermo de parkinson es una carrera de fondo, ya que en la mayoría de las ocasiones se trata de un proceso de largos años. Por eso decimos que el parkinson afecta no solo a la persona diagnosticada, sino a todo su entorno (persona que le cuida, hij@s, marido/mujer, familia, amigos…)», explica Sara Díaz de Cerio, coordinadora de Anapar, quien destaca el sacrificio que supone ser cuidador de una persona de Parkinson. «La persona afectada de Parkinson, a lo largo de un mismo día puede pasar por momentos en los que se encuentra sin síntomas a otros en los que presenta mucho temblor, rigidez o pérdida de equilibrio, por ejemplo, y ello hace que la persona cuidadora sienta que «debe estar ahí» por lo que pueda pasar».
Una labor que requiere de más horas «a medida que la enfermedad avanza, abandonando otra serie de actividades necesarias para la vida como ocio o trabajo e incluso asumiendo todas las actividades del cuidado». Una sobrecarga de trabajo que puede pasar factura a nivel psicológico (ansiedad, depresion, trastornos del sueño…) y físico (visitan más al médico y tardan más en recuperarse de las enfermedades que el resto de la población).
A juicio de Díaz de Cerio, se trata de un trabajo «que en muchas ocasiones parece oculto y que necesita ser reconocido». «El protagonismo lo tiene la persona diagnosticada: es quien va al médico, a quien le preguntan como está…Pero se olvida que detrás hay una persona que acompaña todos esos momentos de una manera invisible en segundo plana». Y no sólo necesita reconocimiento, sino que tiene unas necesidades que necesitan ser resueltas «para mejorar su calidad de vida, posibilitar unas relaciones equilibradas con el afectado y evitarle una sobrecarga en sus actividades».